DEPORTE, PADRES Y ENTRENADORES

Si eres entrenador:

1. Trabaja la cohesión. Los niños se esfuerzan más si se sienten a gusto en el grupo. El deporte es un lugar para disfrutar.
2. Habla siempre en términos de NOSOTROS en lugar de YO. Facilita el sentimiento de pertenencia.
3. Inculca valores como la solidaridad, la benevolencia y el altruismo.

Trabaja la cohesión

Trabaja la cohesión

4. Comunícate con paciencia y en un tono conversacional. No tienes más carisma ni más poder por dar gritos.
5. Estate más pendiente de los aciertos que de los errores, porque así les transmites seguridad.

6. Valora el esfuerzo, la intensidad y el trabajo por encima del talento y la genialidad.
7. Define los objetivos en función del rendimiento, de lo que depende del jugador y del equipo, no de los resultados.
8. Refuerza siempre. Siempre hay algo que valorar: ser solidario, el compañerismo, el trabajo, el buen humor, la buena actitud…
9. Huye de las comparaciones entre ellos. Es injusto y genera desconfianza.
10. Trátales en función de lo que te gustaría que te aportaran. Si esperas cosas buenas de los chicos, ellos lo notarán, se esforzarán y se sentirán “buenos”.

Si eres padre de un niño que hace deporte:

1. Recuerda el motivo por el que tu hijo va a jugar y no lo pierdas nunca de vista. Lo hace por diversión, por estar con sus amigos, por pasarlo bien.
2. Tú no eres el entrenador, eres su padre. De ti no necesita que le digas la técnica, ni lo que tiene que hacer, sólo que le apoyes y le preguntes si se lo ha pasado bien.

No le presiones, le des gritos desde la banda, no le digas que lo hace mal, ni que ha jugado fatal

No le presiones, le des gritos desde la banda, no le digas que lo hace mal, ni que ha jugado fatal

3. Deja que sea él quien elija si quiere hacer del deporte su modo de vida. Igual prefiere los fines de semana estar con amigos en lugar de ir de competición en competición.Tener talento no te obliga a vivir de él.

4. No le presiones, le des gritos desde la banda, no le digas que lo hace mal, ni que ha jugado fatal. Así le haces sentir ridículo, bajas su autoestima y le quitas las ganas de jugar.
5. No le hables mal nunca de sus compañeros. Ni le digas que lo hacen peor que él. Intenta unir al grupo en lugar de separarlo.
6. No desacredites a su entrenador, ni le transmitas a tu hijo que el entrenador se equivoca. Las desavenencias las tratas con el técnico, no con tu hijo.
7. Anima siempre, independientemente del resultado. Valora su esfuerzo, su ilusión por encima de ganar o perder.

FUENTE:http://www.fundrogertorne.org/salud-infancia-medio-ambiente/divulga/inspira-nuevo/2014/02/11/deporte-padres-y-entrenadores/

DEPORTE PARA UN CEREBRO MAS SANO

LA ACTITUD DEL PADRE DECIDE EL ÉXITO DEL NIÑO DEPORTISTA


Jugadores que sí avanzan

Luis viene de Huesca. Es un jugador silencioso. No se le oye casi nunca pero trabaja muy bien y ha demostrado unas condiciones deportivas excepcionales. Sus padres se presentan. Toda una historia familiar. Son muy claros: lo dejamos en vuestras manos. Nosotros no queremos intervenir en vuestro trabajo. Antes de traerlo lo hemos pensado muy bien y confiamos plenamente en vosotros. 

Con los padres de Luis hemos seguido hablando con frecuencia pero nunca de fútbol ni de nada que tenga que ver con esto. Hablamos de su actitud, de su esfuerzo, de sus pequeños problemas, de sus ilusiones y sus dificultades. Los padres están ahí, apoyando al niño pero sin meterse para nada en el trabajo de la Fundación Marcet. El niño progresa cada día más y se le ve muy centrado. 

Los padres le dan el equilibrio que él necesita para que el niño realice correctamente la práctica del deporte sin meterse para nada en lo que hace. El niño sabe que sus padres están ahí para apoyarle y lo agradece porque necesita ese apoyo. También valora el detalle de no comentarle nada sobre su entrenamiento y sobre sus partidos. Es algo que es solo para él y se siente muy bien al ver a los padres apartados de todo eso que es su fútbol y su vida.

Un día, mientras subía al coche después de un partido les preguntó a sus padres qué tal había jugado. Tenía curiosidad ya que nunca le comentaban nada al respecto. Su madre le respondió rápidamente que para ellos, él siempre jugaba bien, que era el mejor de todos, porque eres nuestro hijo. La respuesta de la madre dejó en Luis la idea clara de que sus padres le querían pero no por el fútbol sino por lo que él era. Y le dejó muy tranquilo y feliz una respuesta así.

Os podéis imaginar lo que un niño puede rendir y progresar cuando sus padres se mantienen completamente al margen del fútbol de su hijo. Encuentran una autopista totalmente despejada donde pueden avanzar a todos velocidad. Sin peajes, sin accidentes, sin problemas de visibilidad por culpa del mal tiempo, del viento , de la lluvia, del granizo.

Sois muchos los padres que lo veis así. Yo lo he vivido de mi propio padre y lo veo en el día a día. Padres que desean que su hijo haga deporte por lo mucho que se puede aprender de él pero que lo dejan en manos de los profesionales en los que confía plenamente en lo deportivo y en lo personal. El niño debe adquirir esa autonomía tan enriquecedora practicando ese deporte colectivo que tanto le gusta. Debe superar dificultades, saltar barreras, y poner esfuerzo para conseguir resultados ambiciosos. Y todo eso sin la ayuda de sus padres. 

El problema lo tenemos en otro tipo de padres que han jugado al fútbol y que por lo que sea han fracasado y construyen un robot que es su hijo con el que ellos pueden volver a jugar a fútbol. No son sus piernas, pero son las de su hijo. No son sus jugadas, pero ya se cuida él de irle diciendo lo que tiene que hacer. 

Lo hacen con toda la ilusión del mundo. Ponen como excusa que desean que su hijo pueda llegar a dónde él no llegó, por una lesión que se presentó (esta es la excusa más habitual que se le da al niño para que no piense que no llegó porque no sabía más), porque sus padres no le dejaron dar el salto cuando se presentó, porque el entrenador no creyó en él, por falta de recursos de sus padres, etc.

Sin embargo, la única razón de todo esto es el deseo de proyectarse en su hijo para volver a intentarlo y llegar arriba. Ya saben que solo llega uno de cada diez mil pero precisamente ese será su hijo porque si lo prepara bien, le da buenos consejos, le coloca en un club competitivo, al final lo conseguirá.

El padre piensa que le está construyendo esa autopista que le llevará a la meta deseada pero la diferencia con la otra autopista es que el niño iniciará un viaje lleno de dificultades que no le permitirá avanzar ni progresar. Su padre va en el mismo coche, de copiloto y la va indicando lo que debe hacer en cada momento y se equivocan de dirección y el niño debe parar y volver atrás, y se quedan sin gasolina con lo que deben pedir ayuda, y pinchan al pasar por un trayecto peligroso y deben volver a detenerse para cambiar la rueda. 

Mientras, el coche de Luis pasa a toda velocidad por delante suyo. El padre se pone furioso y le llama inútil a su hijo, le dice lo que tenía que haber hecho, insulta a Luis por pura envidia…todo un drama que queda en nada. Padre que estás leyendo este artículo, por favor, bájate del coche y déjale que lo pilote él solo, que se equivoque solo, que disfrute solo, que sea feliz practicando el deporte que tanto le gusta sin depender para nada de ti. 

Colócate en un lugar distante de la autopista. Quizá en ese bar de  la gasolinera donde le esperas para que él te cuente sus ilusiones y sus fracasos y podáis vivir juntos mejor que nunca esa bonita relación padre-hijo tan necesaria. 

Hay padres que han decidido ayudar a su hijo a progresar como sea y deciden hacerse entrenadores. Incluso se inscriben en la Federación correspondiente para aprender más y poder orientar a su hijo de forma más acertada. Por favor, bájate del coche y déjale que pilote él. 

Otros los llevan a campos abiertos para entrenarlos personalmente. Les preparan físicamente, o para que mejoren su pierna izquierda, o los disparos de falta. Los niños reciben consejos de sus padres como si fueran entrenadores y… ¡ se oye cada cosa! 

Queremos dar un toque de atención y encender una luz roja a modo de alarma a los padres que tienen hijos deportistas ya que en la Fundación Marcet detectamos durante estos años de investigación pedagógica que la actitud que presente el padre frente a su hijo será definitiva en la calidad del rendimiento del jugador. Puede destrozar su proyección o fomentarla de forma extraordinaria. 


PD. Podéis ver el artículo escrito en mi blog en el 2012 titulado cuando las cosas no salen como uno quiere con cientos de consultas y casos de padres intervencionistas: http://javiermarcet.blogspot.com.es/2012/11/cuando-las-cosas-no-salen-como-uno.html 

 

CUANDO EL ADOLESCENTE QUIERE DEJAR EL DEPORTE

Y después de años de trabajo, esfuerzo, perseverancia y dedicación en los entrenamientos y competiciones, de sacrificio cada fin de semana, madrugones, viajes, tener que trasnochar para llegar a los estudios y un largo etc… llega un día y tu adolescente te dice papá, mamá quiero dejarlo.

Los padres también se han sacrificado para que su hijo o hijos crezcan en todos los sentidos gracias al deporte. Por él se han dejado de ir a acontecimientos familiares, de pasar fines de semana de otra forma, organizar vacaciones pensando en los inicios de temporada, y así educar en el respeto y responsabilidad que conlleva comprometerse con un club y su equipo sea el deporte que sea. En ocasiones cuando hay más de un hijo supone un gran despliegue familiar en todos los sentidos y así dar gusto a todos.
Esfuerzos económicos, apoyo moral, desgaste emocional pero ante todo una experiencia familiar vital, el acompañar a un hijo en su deporte e inculcar la importancia de la actividad física como parte de una vida sana y en equilibrio.

Y cuando llega este momento muchos padres no están preparados para esta situación. Les pilla desprevenidos, creían que su hijo sería diferente. No sabían que en la adolescencia todo cambia y que el deporte se vería afectado aunque hasta ahora fuera su pasión. Ha habido alguna señal como días aluden cansancio, otras se alargan las lesiones, aparecen molestias, dicen no estar “a tope” o tener “malas vibras”, que se aburren, no acuden a algún entrenamiento, o dicen que ya no es lo mismo…

Han crecido en un ambiente sano, han creado nuevas amistades pero ahora aparecen en escena nuevos actores empeñados en colocar al deporte en segundo plano, en definitiva a quitarle protagonismo.

Con la adolescencia:colgar
1. Aparecen nuevos intereses y sus prioridades cambian. Se pasa de los fines de semana en chándal con los padres y entre competiciones a querer compartir su ocio con amigos del barrio, instituto o del club deportivo al que pertenecen en diferentes horarios.
2. Hasta ahora el deporte era juego y diversión con una parte competitiva que a todos motiva pero ahora la balanza se decanta más hacia la competición y esto ya no les divierte tanto porque el nivel de exigencia aumenta y no todos están dispuestos a ciertos sacrificios y esfuerzos.
3. Sienten que están estancados, alimentando creencias de que es siempre lo mismo y que no aprenden nada nuevo en su deporte.
4. Resultados no esperados, expectativas que no se cumplen, presiones mal gestionadas pueden ganar la batalla al deporte. Se genera frustración porque las cosas no son tan fáciles como antes.
5. Se cuestionan decisiones de entrenadores por la propia condición de la edad y aparecen las primeras diferencias que les alejan, si el entrenador no sabe gestionar estas situaciones.
6. Se les empieza a tratar como a adultos y en ocasiones no reciben la motivación necesaria, ni se les reconoce su progreso lo que reduce su compromiso y esfuerzo.
7. Es una edad en que la exigencia en sus estudios es mayor y aunque practicar deporte les ha ayudado desde pequeños a gestionar su tiempo ahora tienen la sensación de que no llegan. La mente también está en otros temas y lo fácil es echar la culpa al deporte.
8. Descubren lo que es el amor, y quieren compartir horas con esa chica o chico. A la hora de elegir qué actividad dejar, el deporte la mayoría veces es la primera opción.
9. Aumenta la capacidad de tomar decisiones, se ven con fuerza para decir no a un deporte que en ocasiones ha sido impuesto por el gusto de sus padres.
10. Es una etapa en que los amigos van “todos a una” y si uno dice que lo deja los demás no quieren ser menos.
Estas situaciones que tarde o temprano pueden aparecer en todas las familias nos muestran la importancia de saber prevenir, adelantarse, e inculcar la importancia del deporte o de la actividad para vivir con equilibrio físico, mental y social. Hay que saber implicarse desde el ejemplo porque la teoría se sabe y es fácil.

No es momento de echar en cara todos los esfuerzos que como padres habéis hecho, ni en decir que ha sido tiempo perdido. En el fondo sabes que no es así porque el deporte hasta ahora le ha enseñado a superarse, a ser responsable, a cumplir objetivos, a respetar, a comprometerse, a esforzarse, a sacrificarse…y eso “nunca caerá en saco roto”.
Ahora es momento de estar juntos y dialogar para ayudarle a gestionar su tiempo o encontrar alternativas y que el deporte al nivel que sea no se esfume de su vida porque quizá al final la única alternativa sea quitarse del club. Siempre hay deportes que estaban en segundo lugar, en definitiva nuevas prácticas deportivas que se adaptan a las nuevas situaciones, necesidades y gustos.

A veces sin ser consciente se quita valor al deporte así que si eres padre y tu hijo hace deporte:
No castigues sin deporte.
No digas que el deporte es para los que les sobra el tiempo o sacan buenas notas.
No lo uses para amenazar.

El deporte, la actividad física es de esas asignaturas en las que siempre hay que estar matriculado.
Padres, entrenadores y entidades deportivas deben trabajar en equipo para que el deporte no se borre de las agendas de los chavales.

ELEGIR PENSAMIENTOS ES DIRIGIRTE HACIA EL ÉXITO

ENTRENA TU MENTE:APRENDE A CONTROLAR TUS PENSAMIENTOS

ENTREVISTA A OSCAR HERNANDEZ: "LA ATP ESTÁ SUCIA"

Oscar Hernández (Barcelona, 1978) lleva una vida entera ligada al tenis. Fue el número 48º de la ATP en 2007 y ahora, a sus 36 años, ha vuelto a competir en los cuatros Grand Slams. Atrás dejó el peor momento de su carrera cuando, después de una operación de hernia discal, estuvo más de dos meses empotrado a una cama 24 horas a causa de una fuga de líquido cefalorraquídeo que le impedía regar el cerebro. El tenista se sobrepuso a unos síntomas que no le permitían estar de pie y volvió a competir al máximo nivel.

Hernández, atiende a Punto de Break en las instalaciones de la Federación Catalana de Tennis en Cornellà (Barcelona) donde tienen montada su academia profesional llamada RV Tennis. El catalán disfruta de su vida nueva, valora el tenis de una manera diferente y es feliz inculcando a sus jugadores los valores que le permitieron conseguir el sueño de dedicarse al tenis profesional.

Un charla distendida en la que comenta los amaños que vivió en el tenis en primera persona, el nulo esfuerzo de la ITF por frenar estos hechos prohibidos, la actitud de los jóvenes de hoy en día y un profundo repaso a su enfermedad que le impedía caminar con normalidad.

Tiene 36 años y está nuevamente compitiendo. Después de las operaciones, lesiones y dificultades que vivió esto es muy meritorio….

Sí. Me gusta mucho este deporte y físicamente siempre me he mantenido bien. Cuando tengo la oportunidad, juego torneos o equipos. Me apasiona el tenis.

En 2011 le dijeron que nunca más podrías volver a jugar al tenis en tu vida…

Sí, Ángel (Cotorro) me dijo que tenía un problema en el nervio serrato, que está debajo de la escápula y es el que te permite sacar. Me dijeron que tardaría un año y medio en recuperarme. Ahí es cuando pensé: “con 33 años, esperar un año y medio, estando el 160º del mundo… me retiro”. Y Ángel tenía razón, tras un año y medio dos años pude volver a jugar un poquito al tenis.

Tuvo unas consecuencias tras la operación de hernia discal que solo las padecen una de cada 1000 personas…

Tuve muy mala suerte. Era una operación normal, sencilla, una hernia discal L5-S1, una operación que hacen miles cada día. Lo que pasa es que cuando rascaron el disco me tocaron el tubo que riega el cerebro del líquido cefalorraquídeo.

¿Cómo lo detectaron?

Yo salgo de la operación y me encontraba perfecto, pero al cabo de unos días me empiezo a marear. Cada vez que estaba mucho rato de pie, me mareaba. Y eso iba creciendo. Si estaba ya unos pocos minutos igualmente me mareaba mucho. Ahí es cuando me dicen que tengo que estar tres semanas en cama.

¿De reposo total?

Absoluto. Sin moverme nada.

¿Cuál fue el diagnóstico?

Era un pequeña fuga del líquido cefalorraquídeo que cuando te pones de pie no riega el cerebro.

¿Qué síntomas tenía?

Mareos y unos dolores de cabeza profundos. Pero cuando yo me tumbaba estaba perfecto, no pasaba nada. Estuve como un mes en cama y me dijeron que se taponaría solo. Al cabo de un mes me vuelvo a levantar y me pasa exactamente lo mismo. Me pasaba a los cinco o diez minutos de pie. Ahí me asusté mucho y me abrieron otra vez la misma cicatriz de la espalda.

Una seguidilla de semanas de sufrimiento..

Sí, y lo peor es que tras la cirugía todavía me seguía pasando lo mismo. Ahí es cuando me dicen que me esté un mes más en reposo total pero ahora en el hospital. Pasé casi dos meses en cama sin moverme.

Usted comentó hace unos años que era una sensación similar a la de estar muy borracho.

Sí, era de mareo total. No controlaba nada, tenía muchos vértigo. No podía andar ni de aquí a allí (señala una distancia aproximada de unos 6 metros).

Aparte del susto, no debe ser una situación fácil de asimilar para la cabeza…

Mi mujer siempre me dijo que no entendía cómo podía estar dos meses en cama, que era muy fuerte.

¿Se pasaba las 24 horas sin moverse?

Vamos a ser más claro… no podía ni ir al baño. Todo era en la cama. Es muy, muy duro. Comer tumbado… pipi y caca en la cama… es muy duro. Mi cama de matrimonio, en mi casa, la pusieron con libros debajo de las patas para que me regara mejor, para que el líquido fuera mejor a la cabeza.

Tenía mucho tiempo para pensar...

Sí, aunque dormía muchísimo. Estaba muy cansado, tenía ganas de dormir todo el tiempo. Pero claro todo el día, pues miraba internet, leía, miraba la televisión… mi mujer fue un gran apoyo en esa época.

¿Y usted cómo se sentía?

Te sientes como que no ayudas, como que eres un estorbo. Pero eso me hizo muy duro de cabeza. Ojala me hubiese pasado esto antes, cuando era más joven. Me hubiese hecho más duro para el tenis.

¿Qué aprendió de esa época?

Que la paciencia es vital en esta vida. No solo en el tenis sino en la vida en general. Hay que ser paciente y un buen paciente.

LEE LA ENTREVISTA COMPLETA EN http://www.puntodebreak.com

 

 

DOCUMENTAL RAFA NADAL TOUR

La importancia de enseñar a salir de su zona de confort

Si quieres tener jugadores y jugadoras valientes, que sean capaces de salir de su zona de confort, que se atrevan y creen oportunidades, sigue estos consejos:

Despenaliza el fracaso y el error. Diles que en tu escala de valores es más importante el esfuerzo e intentar aprender, a que hagan un buen centro. Importa intentarlo, probar y avanzar.
Sé consecuente con el punto anterior. Cuando cometan un error, alienta el intento, diles que te sientes orgulloso de los que se atreven y toman decisiones.
Corrige de forma positiva y constructiva, centrándote en lo que tienen que hacer bien, en lugar de lo que tienen que dejar de hacer mal. El cerebro entiende mejor cuando las órdenes se centran en “esto es lo que hay que hacer y de esta manera” en lugar de formularlas en términos “no hagas esto”.
Enséñales a convivir con la presión, el miedo y la incertidumbre. Enséñales a que sus emociones tienen el valor y el peso que ellos les quieran dar. Puedes hacer un ejercicio basado en el humor. Pide a cada chico que dibuje su miedo, con alguna forma, como la de una nube, una estrella, un monstruo…con boca, ojos y una cara divertida. Que los recorten, y que escriban encima algo así como “soy el miedo de Fran”, y que antes de salir a entrenar o a jugar, lo dejen pegado en la pared del vestuario, o dentro del neceser. Es un acto simbólico que nos aleja de las emociones que nos bloquean y nos permite tomar distancia con ellas. No las eliminamos de nuestras vidas, pero decidimos el protagonista que tienen que tener.
Enséñales a trabajar con estas preguntas:
o ¿Qué quiero?
o ¿Por qué?
o ¿Para qué?
o ¿Con qué?

Y una vez hayan respondido, simplemente, diles que ACTÚEN. Los niños tienen que encontrar su propia motivación para actuar. Tienen que tener un motivo, un sueño, un objetivo que deseen superar. Si encuentran el suyo en lugar de buscar el tuyo, mejor. Eso se llama motivación intrínseca, y es más estable que la motivación extrínseca.

- Emociónate, dales abrazos y sonríe cuando consigan algo que les ha supuesto un esfuerzo, algo a lo que temían. Diles que te sientes orgulloso, que el trabajo y el esfuerzo tienen premio. Diles que ésta es la forma de superarse. Transmíteles tu entusiasmo…a los niños les encanta agradar y sentirse valorados por sus padres y entrenadores.
- Enséñales a hablarse a sí mismos en términos positivos. No dejes que verbalicen “jo, si es que no te sale nada, qué malo eres”. Diles que hay un idioma especial, que ayuda a conseguir objetivos y que uno se sienta bien. Diles que tienen que animarse “va, va, va, puedes hacerlo, lo seguimos intentado”.

Salir de la zona de confort es educar en ser valientes, es potenciar la creatividad y valores como el esfuerzo por encima de los resultados. Como entrenador tienes una bonita labor en tus manos si eres capaz de sacar ese “luchador” que llevan dentro. Y solo serán capaces de convertirse en pequeños valientes, si tú depositas tu confianza y apoyo en ellos.

Equivocarse no es un error, el error es no dar un paso al frente y limitarte por miedo a defraudar y sentirte mal.

ENTREVISTA A PATRICIA RAMIREZ / PADRES ENTRENADORES

CLAVES PARA PADRES DE NIÑOS DEPORTISTAS. APRENDE A MOTIVARTE.


¡ USTED ES SU PADRE, NO SU ENTRENADOR !

AUTORA: PATRICIA RAMIREZ

Los niños practican deportes por diversión. Olvidar esta máxima y generar presión en los hijos es el mejor camino para conducirles a que lo abandonen.

“Me siento triste cuando mi padre me regaña después del partido. Me dice que no he jugado con intensidad, que así no seré nunca un jugador de Primera División, que fallo en los pases porque me falta concentración. Y mi madre le apoya. Dice que juego como si no me importara ganar. También me echan en cara que se gasten dinero en mí y que me dedican muchas horas llevándome y recogiéndome del fútbol. A mí me gusta jugar al fútbol, me gusta aprender cosas nuevas, dar un pase de gol, estar con amigos, ganar, pero tampoco me importa mucho perder, porque eso es lo que nos dice el míster. Pero últimamente ya no disfruto, vengo a jugar los fines de semana nervioso, pensando que si no le gusto a mi padre, lo oiré gritar desde la banda, me dirá que me mueva, que espabile, y a veces me siento tan nervioso que no sé ni por dónde va el balón. Si vale la pena seguir viniendo cuando ya no disfruto. Pero si decido no jugar más, también les voy a decepcionar”. 

Son muchos los padres y madres que acompañan a sus hijos a los partidos, competiciones y entrenamientos. Se sientan en la grada, observan, les dan directrices y se involucran en el deporte de sus hijos como si ellos fueran los que dirigen. Existen diferentes especímenes de padres y madres.

Los que asumen papeles positivos. Son aquellos en los que el interés del padre está en que su hijo disfrute de lo que hace.

Habla cuando estés enfadado y harás el mejor discurso que tengas que lamentar”

Ambrose Bierce

El padre taxista. Acompaña a su hijo, le deja en el entrenamiento, le recoge. Suele ser un padre al que los deportes le gustan bastante poco, pero le interesa que su hijo sea feliz.

El padre positivo. Anima, refuerza, se preocupa por cómo han ido los partidos. Le transmite entusiasmo sin presión. Felicita al chaval por el mero hecho de jugar y entrenar.

El padre involucrado. Le gusta participar en las decisiones y propuestas del club. Se interesa por la formación de los chavales o porque el centro obtenga ingresos. Este tipo de padres son activos en la divulgación de valores en el club y participan con cualquier acción que pueda mejorarlo.

Existen otros papeles, los negativos. Son aquellos en los que el comportamiento del padre influye negativamente en su hijo, generándole presión, exigiendo resultados y poniendo unas expectativas por encima de lo que el entrenador o el club esperan del niño.


El padre entrenador.
 Grita directrices desde la banda, corrige a su hijo cuando se monta en el coche, incluso contradiciendo las indicaciones del entrenador. Genera confusión en el niño, que por un lado tiene una idea de juego que el profesional trata de inculcarle, y por otro, la versión de su padre o madre. En deportes como la natación, este padre está en la grada paseando de punta a punta de la piscina, cronómetro en mano, midiendo tiempos y apuntando en una libreta. No es de recibo crear presión en el niño con distintos mensajes. ¿A quién cree que debería obedecer su hijo?El padre pesado. Se pasa todo el día hablando de lo bien que juega, nada o corre su hijo y de que apunta maneras. No presiona directamente al niño, pero sin querer le traslada que su valor como chaval está en el juego.

El padre que se cree Cholo Simeone. Trata de motivar, transmitir garra, le pide al hijo que se entregue, que se esfuerce, que se deje la piel en la cancha, que trabaje, que compita como si se le fuera la vida en ello. Pero olvida algo muy importante: ni su hijo es un jugador de Primera División que tenga que ganarse la vida jugando ni él es el entrenador del Atlético de Madrid. Solo consigue que su hijo pierda de vista los valores que le transmite el club, donde normalmente prevalece la generosidad por encima de la individualidad, disfrutar y aprender por encima de los resultados, y el juego limpio por encima de competir a cualquier precio.

El padre que resta en todos los sentidos. Da gritos desde la grada, desacredita al míster, le dice a su hijo que no entiende por qué él no juega cuando sus compañeros son peores que él, se comporta de forma grosera con el rival, insulta al árbitro y otras impertinencias más. Es el padre del que cualquier hijo se sentiría avergonzado.

Los motivos por los que los padres pierden los papeles son diversos. Muchos esperan que sus hijos les saquen de pobres convirtiéndose en Nadales o Cristianos. Otros desean que su hijo gane todo porque sus victorias son sus propios éxitos, es la manera de sentirse orgullosos del chaval y presumir de él delante de sus amigos y en el trabajo. Otros proyectan la vida que ellos no pudieron tener. Otros no tienen ningún autocontrol. No lo tienen en el partido de sus hijos, ni cuando conducen, ni cuando se dirigen a las personas. Y por últimos están los que cruzan los límites sencillamente porque no tiene consecuencias. Saben que está mal, pero su mala educación o ausencia de valores les hace comportarse como personas poco cívicas y desconsideradas.

El valor está en hacer deporte, porque es una conducta saludable, pero sobre todo en ser capaces de divertirse y relacionarse con los amigos. Lo demás no importa. Si no le presiona para que se supere con la consola de videojuegos, ¿por qué lo hace cuando va a los partidos? En el momento en el que la palabra jugar pierde valor –“jugar al baloncesto”, “jugar al fútbol”, “jugar al tenis”–, su hijo dejará de disfrutar y no querrá seguir yendo.

Si es padre o madre, recuerde, por favor, que es un modelo de conducta para su hijo y para sus compañeros de equipo. A los hijos les gusta sentirse orgullosos de sus padres y, en cambio, lo pasan terriblemente mal cuando se les avergüenza. Ser modelo de conducta conlleva mucha responsabilidad, porque sus hijos copian lo que ven en usted. Y su forma de comportarse debe ser la ejemplar para que facilite el aprendizaje de una serie de valores que acompañan al deporte.

Si como padre o madre desea sumar, tenga en cuenta el siguiente decálogo:

1. Recuerde el motivo por el que su hijo hace deporte. El principal es porque le gusta. Existen otros, como practicar una conducta sana, estar con amigos o socializarse. El objetivo no es ganar.

2. Comparta los mismos valores que el club. Busque un centro deportivo afín a su filosofía de vida.

3. No dé órdenes. Solo apóyele, gane o pierda, juegue bien o cometa errores.

Disfruta del viaje, y deja de preocuparte por la victoria y la derrota”

Marr Biondi

4. No le obligue a entrenar más, ni a hacer ejercicios al margen de sus entrenamientos. Su hijo no es una estrella, es un niño. Aunque tenga talento, puede que no quiera elegir el deporte como profesión y solo lo practique por diversión.

5. No presione, ni dé directrices, ni grite, ni increpe, ni maldiga; no haga gestos que demuestren a su hijo que se siente decepcionado por su juego.

6. Respete a todas las figuras que participan en la comunidad deportiva: entrenador, árbitros, otros técnicos, jardineros…

7. Controle sus emociones. No se puede verbalizar todo lo que pasa por la mente. Las personas educadas no muestran incontinencia verbal.

8. Nunca hable mal de sus compañeros. Los otros niños forman parte del equipo. El objetivo grupal siempre está por encima del individual. Y hablar mal de sus colegas es hablar mal de la gente con la que comparte valores, emociones y un proyecto común.

9. Modifique su manera de animar. No se trata de corregir al niño, sino de reforzarlo.

10. No inculque expectativas falsas a su chaval, como decirle que es un campeón, que es el mejor y que si se esfuerza podrá llegar donde quiera.

La felicidad de los niños está por encima de todo. Siéntase siempre satisfecho con lo que haga, gane, pierda o cometa errores. Felicítele por participar más que por competir. Y recuerde que su hijo hace deporte para divertirse él, no para que lo haga usted.

FUENTE:    elpais.com